Veintiocho de octubre de dos mil doce, era mi cumpleañox. Aunque por algún hado del destino, el año de mi nacimiento aparecía consignado erróneamente, la verdad es que son sesenta y uno los que cumplo.
Llego a los "caliptos" y un vientecillo frío me recibe.
La carrera se desarrolla con normalidad, aunque no me encuentro totalmente satisfecho; salgo rápido pero, después de los tres primeros kilómetros, pierdo motivación y fuerzas.
De cualquier manera, son más de sesenta primaveras y lo hecho, bien hecho está.