Andar por las callejas de la ciudad. Abrir los ojos y los sentidos. Sin prisas. Descubrir rincones y lugares por los hemos pasado desde niños y que nos traen recuerdos hermosos del pasado.
Las fachadas de las casas nos contemplan pasar hoy como ayer. Hay sitios en los que parece haberse parado el tiempo.
Detén tu andar y percibe el color de la ciudad. Cada ciudad tiene en su propia existencia unos colores característicos que la hacen distinta a otras.
Vueltas y vueltas por las calles de Sevilla. Historia de hombres y mujeres que nos precedieron y fueron dejando su huella.
Y todo bajo un cielo azul que a veces se vuelve gris como queriendo jugar con nuestra vista ofreciéndonos la visión de una ciudad distinta.
Y Sevilla.... dijo el poeta.
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