Llegan las primeras luces del día. En el interior del albergue comienza un ir y venir de aquí para allá. Los primeros peregrinos, a la luz de sus linternas, recogen y preparan la mochila para continuar su Camino.
Parece mentira que,depués del cansancio del día anterior, vuelvan a tener fuerzas para hacer una nueva etapa de muchos kilómetros. Pero este es uno de esos misterios que, a diario, sorprende. Los caminantes desafiando las ampollas de los pies, los dolores de los músculos y articulaciones, no cejan en su empeño.
A lo largo de caminos y senderos aparecen como guía los cruceros, las flechas amarillas y la información que nos ofrecen los lugareños u otros peregrinos. Así resulta difícil, aunque no imposible, perderse.
La Cruz del Ferro es uno de esos hitos del llamado Camino Francés. tras una larga y, a veces dura, subida aparece en el horizonte. Allí van los peregrinos dejando sus "piedras pecadoras"
En las entradas de los pueblos y ciudades jacobeas nos recibe el crucero. Este es uno de los más bellos de todo el Camino. El crucero de Ligonde.
Flecha amarilla y cruz para no perderse.Curiosa cruz que nos lleva hacia Santiago.
Una y otra vez los ojos del peregrino se encuentran con estas estampas que nos hablan de un pasado en el que otros muchos hombres y mujeres anduvieron por estas tierras.
Allí seguirán estos cruceros para que otros detrás de nosotros puedan contemplarlos.
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