La etapa que me esperaba resultó ser la más complicada, pues se rompía el largo camino por la llanura castellana cuando a poco de abandonar Castrojeriz era preciso hacer frente al alto de Mostalares. Una subida, no demasiado larga pero con una pendiente importante. A ello es preciso añadir que la bajada también es muy empinada; el piso está asfaltado y esa circunstancia puede decirse que tiene dos lecturas para los pies del peregrino; es un piso regular sin piedras u otros obstáculos pero puede resultar resbaloso en algunos casos, por lo que es importante tomarselo con precaución.
Son muchos los detalles que se ofrecen a la vista del peregrino y es complicado seleccionar imágenes que reflejen todo el paisaje por el que discurren los pies del caminante.
Poco antes de atravesar Puente Fitero aparece ante los ojos la ermita de San Nicolás uno de esos lugares en los que la historia de la peregrinaciones a Santiago se evidencia de forma más certera.
Rollo jurisdiccional de Castilla
(Boadilla del Camino)
Los últimos kilómetros son un tranquilo paseo a la orilla del Canal de Castilla.
Por fín llego a Frómista. Pregunto por el Albergue Municipal y, de pronto, alzo la vista y, frente a mí descubro San Martín de Frómista una de las joyas del románico palentino.
Ha merecido la pena el esfuerzo hasta ahora realizado.
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