Salí temprano desde Hornillos del Camino para llegar hasta Castrojeriz. Algo más de veinte kilómetros me separaban de mi meta.
Después de los primeros kilómetros, las flechas me enviaban a una pequeña carretera. Jamás hubiese imaginado lo que me iba a encontrar poco antes de llegar a Castrojeriz. Un gran arco de entrada cruzaba la carretera, se trata de los restos del Convento de San Antón un edificio que tuvo que tener en otros tiempos un gran esplendor.
Continué mi marcha y, pronto divisé a lo lejos una gran iglesia; a la entrada de Castrojeriz se encuentra la Colegiata de Nuestra Señora del Manzano
. Al lado de la misma hay un bar en el que me detuve un buen rato para tomar algo fresco y al tiempo contemplar de cerca la espectacular mole de la Colegiata. Por la tarde volví al mismo lugar y entré en el templo en el que hay un pequeño museo eclesiático.
Es Castrojeriz una ciudad que guarda entre sus calles retazos de su historia. En lo alto se divisan los restos de su castillo, hoy en restauración. Me llamó mucho la atención la gran cantidad de obras en ejecución en la calle principal, por la que pasan los peregrinos. Estas obras dan idea del interés de los vecinos por revitalizar la urbe y basta pararse a mirar su cuidado albergue y como se ha aprovechado el espacio para darse cuenta de todo lo que puede ofrecer el Camino a estos lugares por los que pasa.
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