Comienza la etapa con una subida fuerte; son unos diecinueve kilómetros según las guías aunque el hospitalero dice que son casi veintidós. Es lo de menos, lo importante es poder llegar a Tineo con fuerzas y encontrar un colchón en el que descansar.
En esta tierras en las que a veces es difícil encontrar un lugar en el que tomar algo para no perder fuelle, una fuente es un alegría.
Se llega a Tineo por su parte alta, pasando por la ermita de San Roque. Hasta el albergue aún quedan unos metros en parte en una pronunciada bajada. La vista de las montañas y los valles es hermosa.
Tineo es una ciudad que ha crecido mucho, a juzgar por las nuevas construcciones que posee, pero su casco antiguo me sorprende gratamente. El entorno próximo el Ayuntamiento tiene algo que me impacta. Tal vez sea el variado color de las fachadas.
Las calles centrales de Tineo aparecen como un bello cuadro colorista.
La arquitectura más tradicional también está presente en este lugar.
Este hermoso edificio, con su ventanal de madera es otro ejemplo de la belleza de esta localidad.
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