martes, 20 de julio de 2010











Cáparra antigua ciudad romana es mi destino en esta jornada.




Salgo de Carcaboso por un camino bien señalizado siguiendo la pared de una acequia y sin grandes dificultades voy aproximándome a mi meta.




Unos cinco kilómetros antes de Cáparra hay una finca que es un referente en el Camino. Se trata de Venta Quemada. En todas las guías habla de este lugar como de un sitio en el que los peregrinos pueden descansar y en el que gracias la generosidad de los encargados de la finca pueden tomar un poco de agua fresca.




Llego a Venta Quemada y en la puerta encuentro a una señora que se afana por mantener límpia la puerta de la casa; rodeada de hermosos ejemplares de gallos y algunas gallinas; me acerco a la señora y le pregunto si puede darme un poco de agua fresca.




La señora amablemente atiende mi petición y me ofrece un buen vaso de agua. Me comenta que en aquel poyo en el que me sentado a descansar suelen comer los peregrinos.




Hecho el reconfortador alto en el camino continuo pisando las piedras de la vieja calzada romana; hay poca sombra y la que encuentras hay que aprovecharla. Estoy impaciente por descubrir el imponente arco de Cáparra.




A lo lejos me parece verlo, ahora sí ahora no; aparece y se pierde en el horizonte, quizás no sea más que mi imaginación , hasta que de pronto se hace realidad y.. ahí está.




Si el arco me sorprende, quizás más me llama la atención su entorno, el área en la que trabajan grupos de arqueólogos bajo los rigores del sol. Visito el Centro de interpretación y uno de los operarios del mismo me ofrece ver el vídeo sobre la ciudad de Cáparra; realmente es muy bueno.




Al salir de la sala de proyecciones me espera el conductor del automóvil que me llevará hasta el Hostal Asturias donde me hospedaré esa noche. Me voy con pena, me hubiese gustado tener más tiempo para disfrutar viendo con más detalle la antigua ciudad romana.

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