domingo, 18 de julio de 2010











Esta mañana me he levantado temprano para intentar evitar, en la medida de lo posible, los calores del mediodía. Me propongo reaizar el camino desde Grimaldo a Galisteo.




A pesar de las buenas intenciones de esta mañana, el calor se me echa encima y lo que es peor me voy quedando sin agua.




Otra vez me han ido acompañando a lo largo de la jornada esas miradas misteriosas de las moruchas que pastan en estos campos extremeños.




Al llegar a un cruce de caminos dudo sobre la dirección que tomar, a mi izquierda, allá lo lejos veo un grupo de peregrinos que suben y bajan cuestas empinadas; no me convence esa dirección a tenor de las informaciones que llevo, por eso decido abrir de nuevo una de las mil portelas del Camino y continuar de frente. al cabo de un rato consigo ver tumada en el suelo una señal que me lleva en la dirección correcta . (¿Quién ganará tirando las seeñales? ¡ Por favor cuidad el Camino! ¿Todos saldremos ganando!)




La visión a lo lejos ya es hermosa, se distingue un pueblecito rceñido por sus viejas murallas, es Galisteo.




Después de descansar y dar cuenta de una buena y fresca cerveza, busco el Albergue, em instalo en él y, tras una reconfortante ducha, la curiosidad lleva mis pasos. Recorro parte de la histórica muralla y entrando por una de sus puertas descubro el pequeño pueblo de Galisteo. Mereció la pena el esfuerzo realizado, mereció la pena subir la empinada cuesta que a unos dos kilómetros de la meta del día me ponía complicado terminar.




Allí volví a encontrar a mis amigos del día anterior, esos que me ofrecieron un poco de agua cuando más la necesitaba igual que también me llenó la cantimplora aquel ganadero que realizaba sus labores en la nave cercana al pueblo.




Un dia más una safisfacción nueva especialmente porque nunca hubiese imaginado la hermosura de este rincón cacereño lleno de historia con esa muralla y con su iglesia. Puede que algunos no comprendan lo que significa el Camino para aquel que lo hace. Cada peregrino, cada caminante puede sentir de forma distinta, para mí es junto con otras cosas una oportunidad de conocer la historia y el presente de pueblos, personas y gentes muy distantes, y tan cerca, a mi propia existencia.

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